martes, 4 de agosto de 2015

Aforismos por Max Aub

  • La libertad no hace felices a los hombres. Los hace, simplemente, hombres.

  • Todo el que tiene que trabajar para vivir, es explotado.

  • Cuanto más se trabaja, menos se piensa: que el cansancio sólo produce sueño. El trabajo es el opio de los pueblos.

  • Los hombres son libres, pero tienen miedo de su libertad. Entonces inventan cadenas y se regodean con ellas.

  • Los hombres para andar por el mundo necesitan llevar papeles. No pueden nacer sin ellos. El esfuerzo, la voluntad, la inteligencia, la honradez, no cuentan para nada frente a los papeles. Son capaces de matar ion tal de conseguir unos papeles, aunque sean falsos.

  • El fin de muchos tiranos reside de raíz en su soberbia.

  • Contra la tiranía todo es lícito y ninguna ley obliga.

  • No hay nada peor que la costumbre. El hábito de mirar y de ver siempre lo mismo embota el entendimiento. Lo saben los dictadores, y machacan, machacan.

  • Los que teniendo voz callan, no son hombres.

  • Cifran los hombres su ideal en la libertad, amontonando fronteras. Quieren viajar para aprender, su máxima ilusión, e inventaron los pasaportes, y los visados para entorpecer su paso. Detiénense y hácense detener en líneas arbitrarias, tiralineadas al azar de los tratados. 

  • Todo el sentido del mundo de hoy cabe en dos frases dichas o mejor desdichas: Ganarse la vida, dicen los pobres. Matar el tiempo, dicen los ricos.

  • Ninguna dictadura puede sobrevivir sin violencia.

  • Enemigo personal de la ignorancia, no puedo estar de acuerdo con una época cuya expresión más clara es buscar que medio mundo ignore al otro; que no se sepa, en Occidente, lo que sucede de bueno en Oriente, que no se olfatee, en Oriente, más que lo malo de Occidente. Nunca ha reinado tanto el oscurantismo como en estas décadas que han visto desarrollarse explosivamente los medios de información; jamás, sabiendo tanto, se ha procurado que se sepa menos.

  • La revolución, al precio de abandonar lo humano, no vale la pena.

  • Para mí, un intelectual es aquel para quien los problemas políticos, son, ante todo, problemas morales.


  • El nacionalismo —ese racismo— está en plena floración.

  • Los nacionalismos han incrementado terriblemente los daños del siglo XX

Título: Aforismos en el laberinto
Autor: Max Aub
Año: 1903-1972 
País: Francia
Género: Aforismos

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Fragmentando...Se busca una mujer de Charles Bukowski

Charles Bukowski
Como cualquiera podrá deciros, no soy un hombre muy agradable. No conozco esa palabra. Yo siempre he admirado al villano, al fuera de la ley, al hijo de perra. No aguanto al típico chico bien afeitado, con su corbata y un buen trabajo. Me gustan los hombres desesperados, hombres con los dientes rotos y mentes rotas y destinos rotos. Me interesan. Están llenos de sorpresas y explosiones. 

También me gustan las mujeres viles, las perras borrachas, con las medias caídas y arrugadas y las caras pringosas de maquillaje barato. Me interesan más los pervertidos que los santos. Me encuentro bien entre marginados porque soy un marginado. No me gustan las leyes, ni morales, religiones o reglas. 
No me gusta ser modelado por la sociedad. 

Título: Se busca una mujer
Título original: South of No North, Black Sparrow
Autor: Charles Bukowski
Año: 1973
País: Alemania-Estados Unidos
Género: Historias breves

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Prefacio del autor de El amante de Lady Chatterley

D.H. Lawrence
Contra todo lo que pueda afirmarse, quiero declarar que ésta es una novela honesta, saludable e incluso necesaria para los hombres actuales. Hay palabras, sin duda, que van a parecer escandalosas; pero una vez transcurrido un momento, ya habrán dejado de escandalizar. ¿Acaso porque nuestra inteligencia está maleada por la costumbre? En modo alguno: sencillamente, lo que sucede es que las palabras escandalizan nuestra vista, al leerlas, pero no han escandalizado nunca nuestro espíritu. Que las personas que carecen de éste continúen escandalizándose, no cuentan. Por el contrario, las personas de espíritu han comprendido que no se escandalizan; que en realidad no lo han estado nunca… y experimentan así un gran alivio.

Esta es la clase de todo. En cuanto seres humanos que somos, hemos evolucionado, cultivando nuestro espíritu hasta superar los tabúes implícitos en la cultura que heredamos.
Importa mucho reconocerlo así.

Para los hombres que vivieron, por ejemplo, en tiempos de las cruzadas, las palabras poseían una fuerza evocadora que no podemos siquiera sospechar. En consecuencia, la fuerza evocadora de las palabras tenidas por obscenas debió ser peligrosísima para los temperamentos simples, broncos y violentos de la Edad Media. E incluso hoy en día quizá sea todavía demasiado fuerte para las naturalezas bajas, inmaduras o poco evolucionadas. Empero, una auténtica cultura nos permite a los demás no atribuir a un vocablo determinado más que las respuestas intelectuales e imaginativas que corresponden a la inteligencia, con lo que nos ahorra, aquellas reacciones de tipo estrictamente físico, irrazonadas y brutales, que suelen resultar tan inquietantes para la decencia social. En otras épocas el hombre disponía de un espíritu excesivamente flojo, de modo que consideraba su cuerpo y las funciones del mismo sintiendo el estorbo de muchas reacciones físicas irreductibles para él. Ahora no es así. La cultura y la civilización nos han adiestrado para que aislemos la palabra del hecho, la idea de la acción o de las reacciones físicas. Sabemos que el acto no subsigue necesariamente a la idea. En realidad, el pensamiento y la acción, como la palabra y la acción misma, son formas separadas de la consciencia: como dos existencias que seguimos paralelamente. Necesitamos continuidad. Pero cuando estamos actuando no pensamos, y a la inversa. Nuestra necesidad consiste en actuar según nuestros actos. Pero mientras pensamos que no podemos actuar verdaderamente; y tampoco cuando estamos actuando podemos verdaderamente pensar. El pensamiento y la acción se excluyen mutuamente; aunque es preciso lograr su armoniosa coexistencia.

Aquí tenemos el auténtico significado de esta novela. Yo deseo que los hombres y las mujeres que me lean puedan “pensar” las cuestiones sexuales plena, honesta y propiamente. Y aunque no puedan “actuar” sexualmente a su plena satisfacción, sepan al menos pensar sexualmente con plenitud y claridad. Todas esas historias de jovencitas virginalmente blancas, como páginas donde nadie escribió, son simplezas. Una joven o un joven son como una martirizada trama, una crepitante confusión de sentimientos y de pensamientos sexuales que sólo el tiempo llegará a desenmarañar. Muchos años empleados en pensar honestamente en las cuestiones sexuales, así como dedicados a hacerlas trabajosamente, no cumplida, a la plenitud sólo posible cuando la acción y los pensamientos sexuales se hallan en armonía, esto es, cuando no se obstaculizan recíprocamente.

Estoy muy lejos de defender que todas las mujeres hayan de correr detrás de sus guardabosques para convertirlos en sus amantes. No menos lejos estoy de defender que deban correr detrás de cualquiera. Son muchos los hombres y mujeres de hoy que tengan todas las de ganar en la abstención, es decir, en permanecer sexualmente solos: es decir, puros; y al propio tiempo en conocer y comprender más profundamente la sexualidad. Nuestro tiempo se inclina más a la comprensión que a la acción. ¡Hubo tanta acción en el pasado! Sobre todo, ¡hubo tanta acción sexual, tan abusiva repetición de las mismas cosas, sin el pensamiento correspondiente, o sea, sin comprensión! Nuestra actual misión importa más aún que la acción misma. Ahora semejante comprensión importa más aún que la acción misma. Después de muchos siglos de oscuridad, el espíritu quiere saber, y saber enteramente. El cuerpo había quedado demasiado en último plano.

Hoy día, cuando se actúa sexualmente la mitad del tiempo se está desempeñando un “rol”. Los hombres se conducen según lo que estiman que se espera de ellos. En cambio, en realidad, el que trabaja es el espíritu, mientras que el cuerpo requiere ser provocado. La razón estriba en que nuestros antepasados actuaron sexualmente con tal asiduidad, sin pensar nunca nada sobre ello ni por supuesto comprenderlo, que actualmente el acto tiende a convertirse en un mecanismo fastidioso y falaz: sólo una renovada comprensión, por obra de la mente, puede repristinar la ejecución material.
En materia sexual, el espíritu está retrasado. Lo está, a fin de cuentas, en todo lo que atañe a los actos físicos. Nuestros pensamientos sexuales se mueven en unas tinieblas, un temor inconfesado, que debemos también a nuestros antepasados, que todavía eran parcialmente bestias. Tan sólo en este ámbito no ha evolucionado nuestro espíritu. Pero es preciso que ahora recobremos el tiempo perdido, armonizado la consciencia de nuestras sensaciones corporales con las sensaciones mismas, la consciencia del acto con el acto mismo, logrando el acuerdo satisfactorio entre ambos. Ello no ha de implicar una falta de respeto a la sexualidad ni de un conveniente temor hacia la extraña experiencia del cuerpo. Tampoco supone coartar el uso de palabras que se consideran obscenas, porque éstas forman parte naturalmente de la conciencia que el espíritu posee del cuerpo. La obscenidad no se realiza más que cuando el espíritu teme o desprecia el cuerpo, o bien cuando éste odia el espíritu y se subleva contra él.
El caso del coronel Barker nos da luz sobre la extensión del mal. El llamado coronel Barker era, en realidad, una mujer que pasaba por varón: contrajo matrimonio y vivió con una mujer auténtica en un “perfecto” entendimiento conyugal. Aquella pobre mujer permaneció convencida de que estaba casada normalmente con un varón. Cuando por fin supo la verdad, el refinamiento de su cruel situación sobrepasa cualquier imaginación. ¡Era una monstruosidad! No obstante, en nuestros días hay millares de mujeres dispuestas a dejarse engañar de modo parecido a incluso a persistir en su error. ¿Por qué razón? Porque no saben nada; porque son incapaces de pensar sexualmente. En este sentido, son unas desdichadas imbéciles. Vale más poner este libro en manos de todas las jovencitas.

También hay otros casos: el maestro de escuela respetable, el venerable pastor que, tras muchísimos años de vida virtuosa, a los setenta y cinco años se ve confinado, sentenciado por ultrajes a menores. Y esto sucede precisamente cuando el ministro del Interior –también viejo- clama a grandes voces e impone un púdico silencio sobre todas las cuestiones sexuales. ¿Cómo no le hizo meditar un poco la aventura lamentable de aquel otro anciano señor, hasta entonces tan respetable y tan puro?
Pero éstos son los hechos. El espíritu conserva, allá en el fondo, su antiguo temor al cuerpo y al poder de éste. El terror que el cuerpo inspira al espíritu hizo enloquecer a muchos hombres. La demencia de una personalidad tan grande como Swift se explica en parte por esta razón. En el poema, dedicado a su querida Celia, el estribillo consiste en estas palabras: - ¡Pero, Celia, Celia, Celia c...!. Así descubrimos la que puede sobrevivir a una gran inteligencia cuando padece pánico. Aquel hombre, tan espiritual, no podía comprender que se ponía en ridículo. ¡Naturalmente que Celia c…! ¿Quién no hace otro tanto? Si acaso ella no lo hiciera, sería mucho peor. ¡Qué absurdo! Imaginemos a la pobre Celia, humillada en sus funciones naturales por su “amante”. ¡Monstruoso! Pues bien, de todo esto tienen la culpa esas palabras “tabú” y la falta de conciencia en que abandonamos al espíritu en materia física y concretamente sexual.

En contraste con el puritanismo que se impone -¡Chisssst!- y que produce el imbécil sexual, hallamos en el ferrocarril a la joven emancipada y sin prejuicios, que no escuchaba ningún –Chissst- y lo hace lo que le place. En vez de temer al cuerpo y de negar su existencia, los jóvenes avanzados van al extremo contrario y lo usan como una especie de juguete que sirve para divertirse: un juguete en cierto modo desagradable, pero que permite un poco de esparcimiento antes que lo perdamos. Esos jóvenes hacen mofa de la pretendida importancia de la sexualidad, la toman por una especie de “cocktail” y la emplean para ridiculizar a las personas mayores. Llenos de suficiencia, displicentes, minusvaloran un libro como “El amante de Lady Chatterley”: esta novela es demasiado sencilla y natural para ellos. Encuentran en ella unas palabras sucias que no les interesan y una actitud respecto del amor que ya consideran anticuada. ¿Para qué tantas historias? ¡Tomad el amor como un “cocktail”! Dicen que este libro refleja la mentalidad de un muchacho de catorce años. Pero tal vez dicha mentalidad, que conserva ante lo sexual un poco de respeto y de temor, sea más sana que la del joven de “cocktail”, que nada respeta y no tiene más que hacer (para ocupar de algún modo su espíritu) que jugar con los juguetes de la vida, especialmente con el amor, rebajando más y más su propio espíritu a medida que avanza en su juego…

En fin, el campo de acción de este libro es muy estrecho, pues se encuentra limitado entre el puritano chapado a la antigua, siempre temeroso de la inocencia sexual, la gente de la joven generación de moda, que cree – Podemos hacerlo todo: si queremos pensar una cosa, podemos ejecutarla-, y el bárbaro de alma ruin y espíritu impuro, que busca deliberadamente la inmundicia… No obstante, debo decirles a todos:
Guardaos vuestras perversiones, si tanto os agradan: vuestras perversiones de puritanismo, o de desvergüenza a la moda, o de simple y burda grosería. Yo defiendo mi libro y mi posición: la vida no es aceptable sino con la condición de que el cuerpo y el espíritu vivan en buena armonía, existiendo entre ambos un equilibrio natural y experimentado una aceptación y un respeto mutuos.

Título original: Lady Chatterley's Lover
Autor: David Herbert Lawrence (D.H. Lawrence)
Año: 1928
País: Inglaterra
Género: Novela (Prefacio)

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Va de principios...El guardián entre el centeno de J. D. Salinger

Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata, y, segundo, porque a mis padres les daría un ataque si yo me pusiera aquí a hablarles de su vida privada. Para esas cosas son muy especiales, sobre todo mi padre. Son buena gente, no digo que no, pero a quisquillosos no hay quien les gane. Además, no crean que voy a contarles mi autobiografía con pelos y señales. Sólo voy a hablarles de una cosa de locos que me pasó durante las Navidades pasadas, antes de que me quedara tan débil que tuvieran que mandarme aquí a reponerme un poco. A. D. B. tampoco le he contado más, y eso que es mi hermano. Vive en Hollywood. Como no está muy lejos de este antro, suele venir a verme todos los fines de semana. Él será quien me lleve a casa cuando salga de aquí, quizá el mes próximo. Acaba de comprarse un <<Jaguar>>, uno de esos cacharros ingleses que se ponen en las doscientas millas por ahora como si nada. Cerca de cuatro mil dólares le ha costado. Ahora está forrado el tío. Antes no. Cuando vivía en casa era sólo un escritor corriente y normal. Por si no saben quién es, les diré que ha escrito El pececillo secreto, que es un libro de cuentos fenomenal. El mejor de todos es el que se llama igual que el libro. Trata de un niño que tiene un pez y no se lo deja ver a nadie porque se lo ha comprado con su dinero. Es una historia estupenda. Ahora D. B. está en Hollywood prostituyéndose. Si hay algo que odio en el mundo es el cine. Ni me lo nombren.

Título: El guardián entre el centeno 
Título original: The catcher in the Rye
Autor: Jerome David Salinger (J. D. Salinger)
Año: 1951
País: Estados Unidos
Género: Novela

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-¡Oiga!- le dije -. Esos patos del lago que hay cerca de Central Park South…Sabe qué lago le digo, ¿verdad? ¿Sabe usted por casualidad adónde van cuando el agua se hiela? ¿Tiene usted alguna idea de dónde se meten?



lunes, 3 de agosto de 2015

Parafraseando...Ateísmo (I)


  • Un mito es una religión en la que ya nadie cree. (James Feibleman, 1904- )
  • La idea de dios es el único mal que no puedo perdonar al hombre. (D.A.F. Sade, 1740-1814)
  • El escepticismo es el primer paso hacia la verdad. (Denis Diderot, 1713-1784)
  • Es una de las supersticiones de la mente humana imaginarse que la virginidad pueda ser una virtud. (Voltaire, 1694-1778)
  • Sigo diciendo que una torre de una iglesia con un pararrayos en la parte superior muestra una falta de confianza. (Doug McLeod, 1946- )
  • La religión es comparable con la neurosis infantil. (Sigmund Freud, 1856-1939)
  • La única iglesia que ilumina es la que arde. (Piotr Kropotkin, 1842-1921)
  • Si 50 millones de personas creen en una cosa estupida, esa cosa continúa siendo una cosa estúpida. (Anatole France, 1844-1924)
  • Rendirse ante la ignorancia y llamarla dios siempre a sido prematuro, y sigue siéndolo hoy. (Isaac Asimov, 1920-1992)
  • La búsqueda de dios es una ocupación inútil, pues no hay nada que buscar donde nada existe. A los dioses no se les busca, se los inventa. (Máximo Gorki, 1868-1936)
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Va de principios...Fantasmas de Chuck Palahniuk


Se suponía que esto era un retiro para escritores. Se suponía que era seguro.
Una colonia aislada para escritores, donde pudiéramos trabajar,
dirigida por un anciano muy anciano y moribundo llamado Whittier,
hasta que dejó de serlo.
Y se suponía que teníamos que escribir poesía. Poesía bonita.
Todos nosotros, sus alumnos aventajados,
encerrados sin contacto con el mundo ordinario durante tres meses.

Y entre nosotros nos pusimos nombres como «el Casamentero». Y «el Eslabón Perdido».

O «la Madre Naturaleza». Etiquetas tontas. Nombres que se nos ocurrían.
De la misma forma que cuando eras niño te inventabas nombres para las plantas y los animales que había en tu mundo. A las peonías pegajosas de néctar e infestadas de hormigas: las llamabas «flores hormigueras». Y a los collies «Perros Lassie».
Pero incluso ahora, sigues llamando a alguien «ese hombre con una sola pierna». O «ya sabes, la chica negra».

Nos llamamos los unos a los otros:

«el Conde de la Calumnia».
O «la Hermana Justiciera».
Los nombres nos los ganábamos en base a nuestros relatos. Los
nombres que nos poníamos entre nosotros
basados en nuestra vida y no en nuestros apellidos:
«la Dama Vagabunda»,
«el Agente Chivatillo.»
Basados en nuestros pecados y no en nuestros trabajos:
«San Destripado».
Y «el Duque de los Vándalos.»
Basados en nuestros defectos y crímenes. Al contrario que los nombres de los superhéroes.

Nombres tontos para gente real. Como si abrieras con un

cuchillo una muñeca de trapo y dentro encontraras:
intestinos de verdad, pulmones de verdad, un corazón que late, sangre. Mucha sangre caliente y pegajosa.
Y se suponía que teníamos que escribir relatos. Relatos graciosos.
Éramos demasiados, aislados del mundo durante toda
una primavera, un verano, un invierno o un otoño. Una estación entera de aquel año.

No importaba qué clase de personas fuéramos, no para el viejo señor Whittier. Pero esto no lo dijo de entrada.

Para el señor Whittier éramos animales de laboratorio. Un experimento.

Pero no lo sabíamos.

No, esto solamente fue un retiro para escritores hasta que ya fue demasiado tarde para que
fuéramos otra cosa
que sus víctimas.

Título: Fantasmas

Título original: Haunted
Autor: Chuck Palahniuk
Año: 2005
País: Estados Unidos
Género: Novela

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Chuck Palahniuk

martes, 19 de mayo de 2015

Derecho al delirio - Eduardo Galeano -


En 1948 y en 1976, las Naciones Unidas proclamaron extensas listas de derechos humanos; pero la inmensa mayoría de la humanidad no tiene más que el derecho de ver, oír y callar.

¿Qué tal si empezamos a ejercer el jamás proclamado derecho de soñar?

¿Qué tal si deliramos, por un ratito?



Vamos a clavar los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible: el aire estará limpio de todo veneno que no venga de los miedos humanos y de las humanas pasiones; 

en las calles, los automóviles serán aplastados por los perros; la gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor; el televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, y será tratado como la plancha o el lavarropas,

la gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar; se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega,

en ningún país irán presos los muchachos que se niegan a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo,

los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas,

los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas,

los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos,

los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas,

la solemnidad se dejará de creer que es una virtud, y nadie tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo,

la muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes, y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso caballero,

nadie será considerado héroe ni tonto por hacer lo que cree justo en lugar de hacer lo que más le conviene,

el mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra,

la comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos,

nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión,

los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle,

los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos; la educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla,

la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla, 

la justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda,

una mujer, negra, será presidenta de Brasil y otra mujer, negra, será presidenta de los Estados Unidos de América, una mujer india gobernará Guatemala y otra, Perú,

en Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria,

la Santa Madre Iglesia corregirá las erratas de las tablas de Moisés, y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo; la Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios: "Amarás a la naturaleza, de la que formas parte",

serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma,

los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados, porque ellos son los que se desesperaron de tanto esperar y los que se perdieron de tanto buscar,

seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de justicia y voluntad de belleza, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuanto hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa o del tiempo.

la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses,

pero en este mundo chambón y jodido, cada noche será vivida como si fuera la última y cada día como si fuera el primero. 

Año: 1998
País: Uruguay



miércoles, 25 de febrero de 2015

Caballitos -Jesús Lizano-

Carrusel o el tiovivo de los cerdos -Kees Van Dongen-

Que instalen caballitos
en todas las calles,
que llenen de caballitos las ciudades.
Siglos
llevamos con el invento de feria en feria
sin descubrir su humanísima aventura.
Que celebren los novios
su viaje en los caballitos,
de caballito en caballito.
Que cada familia tenga sus caballitos,
¡todos en los caballitos!
Que los amigos
hablen sueñen y discutan
dando vueltas en los caballitos.
En ellos celebren sus consejos los ministros,
mientras queden ministros,
y en ellos se reúnan los señores obispos,
naturalmente, revestidos
de señores obispos,
mientras queden obispos.
Los pobres subirán para reírse del mundo
y los ricos
¡que suban los ricos a los caballitos
mientras todos los aplaudimos!
¡Y los señoritos!
¡Que suban los señoritos!
Y que acudan todos los solitarios, todos los vagabundos.
Y el congreso de los diputados
será el congreso de los caballitos.
Y los empresarios ¡que risa los empresarios!
Que suban los empresarios con los asalariados,
mientras existan salarios.
¡Los salarios del miedo!
Y, venga: comités centrales,
mafias, sectas, castas, clanes, etnias:
¡a los caballitos!
Y los músicos con los guardabosques
y el alcalde y los concejales
con las verduleras y los panaderos.
¡Viva! ¡Viva!
gritarán los niños cuando vean
que suben los Honorables.
¡Venga, Honorables!
¡A los caballitos!
Vamos a la ciudad a subir a los caballitos
dirán los monjes a sus abades.
Y los académicos:
que se reúnan los académicos en los caballitos
y que se cierren todas las academias
¡Ah, si todos los filósofos hubieran subido a los caballitos!
Que instalen caballitos en las cárceles,
en los cuarteles,
en los hospitales,
en los frenopáticos
y que se fuguen todos
montados en los caballitos.
Y todos los jueces a los caballitos,
¡venga! ¡venga!: ¡A los caballitos!
¡Y nada de procesos y de sentencias!
¡Ya vale de juzgar los efectos y no las causas!
¡A los caballitos!
Y que todos los funerales
se celebren montados en los caballitos.
Es la nueva ordenanza
es el nuevo precepto:
¡todos a los caballitos!
¡La cabalgata de los caballitos!
¡Hacia la confederación de todos los caballitos!
Hasta que todos fuéramos niños...

Libro: El ingenioso libertario Lizanote de la Acracia o la conquista de la inocencia.
Autor: Jesús Lizano
Año: 2009
País: España
Género: Poesía



martes, 24 de febrero de 2015

Fragmentando...Palabras de Bressac a Justine de Sade


(Habla el aún señor Bressac a Justine .Teresa es el nombre falso que da ella.) 



- Todas las religiones parten de una base falsa, Teresa- Decía-. Todas presuponen como una necesidad el culto a un Dios creador...Pero ese Creador no existió jamás...Recuerda los sensatos preceptos de aquel “Corazón de Hierro”, que, según me has contado, también intentó hacerte ver claro, como ahora hago yo. No hay nada más justo que los principios de aquel hombre, y la marginación a que se le ha condenado equivocadamente no le priva del derecho a razonar con buen sentido...Si todo lo que produce la naturaleza es el resultado de las leyes que la dominan, si su acción y reacción perpetuas ya suponen el movimiento que necesita su existencia, ¿qué pinta ese dueño soberano que le atribuyen gratuitamente los tontos?... Eso es lo que te decía tu sabio instructor, querida niña. Y, según eso, ¿que son las religiones sino el freno con que el poder de fuerte quiso subyugar al débil?

Fue ese objetivo el que impulso al tirano a atreverse a decir al que pretendía dominar que era un Dios el que forjaba las cadenas que solo le imponía la crueldad. Y aquel pobre hombre, embrutecido por la miseria, creyó absolutamente todo lo que el otro quiso… Y, si han nacido de estos engaños, ¿Pueden merecernos algún respeto las religiones?... ¿Hay una sola que no lleve el emblema de la impostura y la estupidez?...¿Que veo en todas ellas? Misterios que repugnan a la razón, dogmas “contranatura” y ceremonias grotescas que no inspiran más que hilaridad o asco… Pero si entre ellas hay una más digna de nuestro desprecio y rechazo, ¿no es esa ley bárbara del Cristianismo en cuyo seno hemos nacido ambos?... ¿Hay otra más odiosa y que mejor subleve los sentimientos y la inteligencia?... ¿Cómo pueden existir todavía hombres razonables que den crédito a las palabras oscuras y a los pretendidos milagros del infame creador de ese culto espantoso?... ¿Jamás hubo comediante más capaz de provocar la indignación en el público!... ¿Qué es eso de que un judío leproso, nacido de una puta y un soldado en el más miserable rincón del universo, se atreva a hacerse pasar por representante de quien, según dicen, creó el mundo…?**** Estarás de acuerdo, Teresa, en que con pretensiones tan altas necesitaba por lo menos algunos títulos… ¿Y cuáles son los de ese ridículo embajador?...¿Que va a hacer para probar su misión?... ¿Cambiará la faz de la tierra?...¿Desaparecerán las plagas que la azotan?...¿O quizás el sol la iluminará día y noche?...¿No la mancharán nunca más los vicios?... ¿Veremos por fin reinar la felicidad?... ¡Nada de eso!... El enviado de Dios se anuncia al mundo con malabarismos, brincos y juegos de palabras, y es en medio de la respetable sociedad de obreros, artistas y rameras donde viene a manifestarse en toda su gloria… Es emborrachándose con unos y durmiendo con las otras como el amigo de un Dios, él mismo Dios, trata de someter a sus leyes al pecador endurecido… Y es sólo inventando para sus farsas todo lo que pueda satisfacer su lujuria o su gula como el bellaco demuestra en su misión… Pero, por lo que sea, hace fortuna. Algunos adeptos sin ningunas luces se le unen. Se crea una secta, y los dogmas de aquella chusma consiguen seducir a algunos judíos, porque, esclavizados por el poderío romano, era lógico que abrazarán con alegría una religión que se limitaba a someterlos a su propio yugo, liberándolos de las otras cadenas… Sin embargo, hay quienes adivinan sus motivos, descubre su rebeldía y detiene a los sediciosos. El jefe sucumbe, aunque con una muerte demasiado dulce sin duda por comparación con el tipo de crimen cometido… Y, con una imperdonable falta de reflexión, permiten que los discípulos de aquel patán se desperdiguen, en lugar de suprimirlos con él… El fanatismo se apodera de las mentes: Las mujeres chillan, los locos se enfurecen, los imbéciles creen… Y así se convierte en Dios, Hijo de Dios, igual que Su Padre, el más despreciable de los seres, el más torpe bribón, y el mayor impostor de todos los tiempos… Así quedan consagradas todas sus alucinaciones, convertidas en dogmas todas sus palabras y en misterios todas sus simplezas.
            El seno de su mágico Padre se abre para recibirlo, y aquel Creador, antes simple, se hace ahora triple para complacer a ese Hijo, digno de su grandeza… ¿Pero se va a quedar ahí ese santo Dios?... ¡Claro que no!... Su celeste poderío le prestará servicios mucho mayores… Por la voluntad de un cura, es decir, de un truhan lleno de mentiras y crímenes, ese gran Dios creador de todo lo que vemos va a rebajarse a descender unos diez o doce millones de veces por mañana por un trozo de pasta que, al ser tragado por los fieles pronto se transformará en el fondo de las entradas en los más viles excrementos… Todo ello, para satisfacer a ese tierno Hijo que inventó villanamente esa impiedad monstruosa en una cena de taberna… Pero puesto que lo ha dicho tiene que cumplirse. Ha dicho “Este pan que estáis viendo se convertirá en mi carne y os lo comeréis como tal. Ahora bien: yo soy Dios, así que Dios será digerido por vosotros. Por lo tanto, y porqué Yo lo he dicho, el Creador de Cielo y Tierra pasará a ser la materia más soez que pueda expulsar el cuerpo del hombre, y el hombre se comerá a Dios porqué él es bueno y todopoderoso…” Sin embargo, esta realidad, grandeza y sublimidad, y al poder de quien las introdujo...y las causas más simples sirven para redoblar su fuerza… Aunque solo fueron fullero e imbéciles los que dieron crédito al error.

            Por fin aquella infame religión llega al trono, y un emperador débil, cruel, ignorante y fanático, protegiéndola con la enseña real, contamina con ella toda la tierra…

Pero, Teresa, ¿qué valor atribuirá a esos razonamientos  una mente analítica filosófica?...
¿Puede el hombre sensato ver ese revoltijo de fábulas espantosas algo más que el fruto de la impostura de algunos hombres y la falsa credulidad de muchos más?... Si Dios hubiera querido que tuviéramos cualquier tipo de religión y hubiera sido realmente poderoso, o, por mejor decir, si hubiera sido realmente un Dios, ¿nos habría comunicado sus órdenes de una manera tan absurda?... ¿Habría expuesto su voluntad a través de un bandido despreciable?... Si Él es supremo, poderoso, justo y bueno, ¿querrá ese Dios del que me habláis enseñarme a conocerlo y servirle por medio de enigmas y farsas?... Si es el motor de los astros  y del corazón del hombre, ¿NO puede instruirnos valiéndose de los primeros o convencernos grabándose en el segundo?... Que esculpa un día a fuego en el centro del sol la ley capaz de agradarle y desea imponernos. Al leerla y contemplarla a la vez, todos los hombres del universo se sentirían culpables si no la siguen a partir de entonces...Pero manifestar sus designios únicamente en un rincón ignorado de Asia, elegir por cómplice al pueblo más tramposo y visionario y por delegado al artesano más vil, absurdo y bellaco, embrollar tanto la doctrina que se hace imposible entenderla, reunir todo su conocimiento en un número muy restringido de individuos, para dejar a los demás en el error y castigarlos encima por permanecer en él… ¡No Teresa!...¡De ninguna manera!...¡Esas atrocidades no han sido hechas para guiarnos! ¡Preferiría mil veces morir a creer en ellas!...¡Cuando el ateísmo pida mártires, que los señale: mi sangre está dispuesta!...¡Detestemos esos horrores, amiga mía!...¡Que los más claros ultrajes sirvan de base al desprecio que se les debe!... Apenas si había abierto los ojos a la vida cuando ya aborrecía yo esas burdas ilusiones, y, a partir de ese momento, consideré un deber aniquilarlas y me juré no aceptarlas jamás. ¡Imítame si quieres ser feliz!...¡Abomina, reniega y profana como yo el objeto odioso de ese culto aterrador y el culto en sí, creado para una quimera, y hecho, como ella, para ser rechazado por todo aquel que se considere sensato!

Título: Justine o los infortunios de la virtud
Título original: Justine ou les Malheurs de la vertu
Año: 1787
País: Francia
Género: Novela

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