miércoles, 25 de febrero de 2015

Caballitos -Jesús Lizano-

Carrusel o el tiovivo de los cerdos -Kees Van Dongen-

Que instalen caballitos
en todas las calles,
que llenen de caballitos las ciudades.
Siglos
llevamos con el invento de feria en feria
sin descubrir su humanísima aventura.
Que celebren los novios
su viaje en los caballitos,
de caballito en caballito.
Que cada familia tenga sus caballitos,
¡todos en los caballitos!
Que los amigos
hablen sueñen y discutan
dando vueltas en los caballitos.
En ellos celebren sus consejos los ministros,
mientras queden ministros,
y en ellos se reúnan los señores obispos,
naturalmente, revestidos
de señores obispos,
mientras queden obispos.
Los pobres subirán para reírse del mundo
y los ricos
¡que suban los ricos a los caballitos
mientras todos los aplaudimos!
¡Y los señoritos!
¡Que suban los señoritos!
Y que acudan todos los solitarios, todos los vagabundos.
Y el congreso de los diputados
será el congreso de los caballitos.
Y los empresarios ¡que risa los empresarios!
Que suban los empresarios con los asalariados,
mientras existan salarios.
¡Los salarios del miedo!
Y, venga: comités centrales,
mafias, sectas, castas, clanes, etnias:
¡a los caballitos!
Y los músicos con los guardabosques
y el alcalde y los concejales
con las verduleras y los panaderos.
¡Viva! ¡Viva!
gritarán los niños cuando vean
que suben los Honorables.
¡Venga, Honorables!
¡A los caballitos!
Vamos a la ciudad a subir a los caballitos
dirán los monjes a sus abades.
Y los académicos:
que se reúnan los académicos en los caballitos
y que se cierren todas las academias
¡Ah, si todos los filósofos hubieran subido a los caballitos!
Que instalen caballitos en las cárceles,
en los cuarteles,
en los hospitales,
en los frenopáticos
y que se fuguen todos
montados en los caballitos.
Y todos los jueces a los caballitos,
¡venga! ¡venga!: ¡A los caballitos!
¡Y nada de procesos y de sentencias!
¡Ya vale de juzgar los efectos y no las causas!
¡A los caballitos!
Y que todos los funerales
se celebren montados en los caballitos.
Es la nueva ordenanza
es el nuevo precepto:
¡todos a los caballitos!
¡La cabalgata de los caballitos!
¡Hacia la confederación de todos los caballitos!
Hasta que todos fuéramos niños...

Libro: El ingenioso libertario Lizanote de la Acracia o la conquista de la inocencia.
Autor: Jesús Lizano
Año: 2009
País: España
Género: Poesía



martes, 24 de febrero de 2015

Fragmentando...Palabras de Bressac a Justine de Sade


(Habla el aún señor Bressac a Justine .Teresa es el nombre falso que da ella.) 



- Todas las religiones parten de una base falsa, Teresa- Decía-. Todas presuponen como una necesidad el culto a un Dios creador...Pero ese Creador no existió jamás...Recuerda los sensatos preceptos de aquel “Corazón de Hierro”, que, según me has contado, también intentó hacerte ver claro, como ahora hago yo. No hay nada más justo que los principios de aquel hombre, y la marginación a que se le ha condenado equivocadamente no le priva del derecho a razonar con buen sentido...Si todo lo que produce la naturaleza es el resultado de las leyes que la dominan, si su acción y reacción perpetuas ya suponen el movimiento que necesita su existencia, ¿qué pinta ese dueño soberano que le atribuyen gratuitamente los tontos?... Eso es lo que te decía tu sabio instructor, querida niña. Y, según eso, ¿que son las religiones sino el freno con que el poder de fuerte quiso subyugar al débil?

Fue ese objetivo el que impulso al tirano a atreverse a decir al que pretendía dominar que era un Dios el que forjaba las cadenas que solo le imponía la crueldad. Y aquel pobre hombre, embrutecido por la miseria, creyó absolutamente todo lo que el otro quiso… Y, si han nacido de estos engaños, ¿Pueden merecernos algún respeto las religiones?... ¿Hay una sola que no lleve el emblema de la impostura y la estupidez?...¿Que veo en todas ellas? Misterios que repugnan a la razón, dogmas “contranatura” y ceremonias grotescas que no inspiran más que hilaridad o asco… Pero si entre ellas hay una más digna de nuestro desprecio y rechazo, ¿no es esa ley bárbara del Cristianismo en cuyo seno hemos nacido ambos?... ¿Hay otra más odiosa y que mejor subleve los sentimientos y la inteligencia?... ¿Cómo pueden existir todavía hombres razonables que den crédito a las palabras oscuras y a los pretendidos milagros del infame creador de ese culto espantoso?... ¿Jamás hubo comediante más capaz de provocar la indignación en el público!... ¿Qué es eso de que un judío leproso, nacido de una puta y un soldado en el más miserable rincón del universo, se atreva a hacerse pasar por representante de quien, según dicen, creó el mundo…?**** Estarás de acuerdo, Teresa, en que con pretensiones tan altas necesitaba por lo menos algunos títulos… ¿Y cuáles son los de ese ridículo embajador?...¿Que va a hacer para probar su misión?... ¿Cambiará la faz de la tierra?...¿Desaparecerán las plagas que la azotan?...¿O quizás el sol la iluminará día y noche?...¿No la mancharán nunca más los vicios?... ¿Veremos por fin reinar la felicidad?... ¡Nada de eso!... El enviado de Dios se anuncia al mundo con malabarismos, brincos y juegos de palabras, y es en medio de la respetable sociedad de obreros, artistas y rameras donde viene a manifestarse en toda su gloria… Es emborrachándose con unos y durmiendo con las otras como el amigo de un Dios, él mismo Dios, trata de someter a sus leyes al pecador endurecido… Y es sólo inventando para sus farsas todo lo que pueda satisfacer su lujuria o su gula como el bellaco demuestra en su misión… Pero, por lo que sea, hace fortuna. Algunos adeptos sin ningunas luces se le unen. Se crea una secta, y los dogmas de aquella chusma consiguen seducir a algunos judíos, porque, esclavizados por el poderío romano, era lógico que abrazarán con alegría una religión que se limitaba a someterlos a su propio yugo, liberándolos de las otras cadenas… Sin embargo, hay quienes adivinan sus motivos, descubre su rebeldía y detiene a los sediciosos. El jefe sucumbe, aunque con una muerte demasiado dulce sin duda por comparación con el tipo de crimen cometido… Y, con una imperdonable falta de reflexión, permiten que los discípulos de aquel patán se desperdiguen, en lugar de suprimirlos con él… El fanatismo se apodera de las mentes: Las mujeres chillan, los locos se enfurecen, los imbéciles creen… Y así se convierte en Dios, Hijo de Dios, igual que Su Padre, el más despreciable de los seres, el más torpe bribón, y el mayor impostor de todos los tiempos… Así quedan consagradas todas sus alucinaciones, convertidas en dogmas todas sus palabras y en misterios todas sus simplezas.
            El seno de su mágico Padre se abre para recibirlo, y aquel Creador, antes simple, se hace ahora triple para complacer a ese Hijo, digno de su grandeza… ¿Pero se va a quedar ahí ese santo Dios?... ¡Claro que no!... Su celeste poderío le prestará servicios mucho mayores… Por la voluntad de un cura, es decir, de un truhan lleno de mentiras y crímenes, ese gran Dios creador de todo lo que vemos va a rebajarse a descender unos diez o doce millones de veces por mañana por un trozo de pasta que, al ser tragado por los fieles pronto se transformará en el fondo de las entradas en los más viles excrementos… Todo ello, para satisfacer a ese tierno Hijo que inventó villanamente esa impiedad monstruosa en una cena de taberna… Pero puesto que lo ha dicho tiene que cumplirse. Ha dicho “Este pan que estáis viendo se convertirá en mi carne y os lo comeréis como tal. Ahora bien: yo soy Dios, así que Dios será digerido por vosotros. Por lo tanto, y porqué Yo lo he dicho, el Creador de Cielo y Tierra pasará a ser la materia más soez que pueda expulsar el cuerpo del hombre, y el hombre se comerá a Dios porqué él es bueno y todopoderoso…” Sin embargo, esta realidad, grandeza y sublimidad, y al poder de quien las introdujo...y las causas más simples sirven para redoblar su fuerza… Aunque solo fueron fullero e imbéciles los que dieron crédito al error.

            Por fin aquella infame religión llega al trono, y un emperador débil, cruel, ignorante y fanático, protegiéndola con la enseña real, contamina con ella toda la tierra…

Pero, Teresa, ¿qué valor atribuirá a esos razonamientos  una mente analítica filosófica?...
¿Puede el hombre sensato ver ese revoltijo de fábulas espantosas algo más que el fruto de la impostura de algunos hombres y la falsa credulidad de muchos más?... Si Dios hubiera querido que tuviéramos cualquier tipo de religión y hubiera sido realmente poderoso, o, por mejor decir, si hubiera sido realmente un Dios, ¿nos habría comunicado sus órdenes de una manera tan absurda?... ¿Habría expuesto su voluntad a través de un bandido despreciable?... Si Él es supremo, poderoso, justo y bueno, ¿querrá ese Dios del que me habláis enseñarme a conocerlo y servirle por medio de enigmas y farsas?... Si es el motor de los astros  y del corazón del hombre, ¿NO puede instruirnos valiéndose de los primeros o convencernos grabándose en el segundo?... Que esculpa un día a fuego en el centro del sol la ley capaz de agradarle y desea imponernos. Al leerla y contemplarla a la vez, todos los hombres del universo se sentirían culpables si no la siguen a partir de entonces...Pero manifestar sus designios únicamente en un rincón ignorado de Asia, elegir por cómplice al pueblo más tramposo y visionario y por delegado al artesano más vil, absurdo y bellaco, embrollar tanto la doctrina que se hace imposible entenderla, reunir todo su conocimiento en un número muy restringido de individuos, para dejar a los demás en el error y castigarlos encima por permanecer en él… ¡No Teresa!...¡De ninguna manera!...¡Esas atrocidades no han sido hechas para guiarnos! ¡Preferiría mil veces morir a creer en ellas!...¡Cuando el ateísmo pida mártires, que los señale: mi sangre está dispuesta!...¡Detestemos esos horrores, amiga mía!...¡Que los más claros ultrajes sirvan de base al desprecio que se les debe!... Apenas si había abierto los ojos a la vida cuando ya aborrecía yo esas burdas ilusiones, y, a partir de ese momento, consideré un deber aniquilarlas y me juré no aceptarlas jamás. ¡Imítame si quieres ser feliz!...¡Abomina, reniega y profana como yo el objeto odioso de ese culto aterrador y el culto en sí, creado para una quimera, y hecho, como ella, para ser rechazado por todo aquel que se considere sensato!

Título: Justine o los infortunios de la virtud
Título original: Justine ou les Malheurs de la vertu
Año: 1787
País: Francia
Género: Novela

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